EL POZO DE TU AMOR
Aquel amor
me ha llevado a la deriva
a la encrucijada ayende de la muerte
a los escarpados brazos de la poesia
porque pensando ser fuerte,
Fui debil , sin moral,
la cobardia
que sutil como una llama que acaricia por su calor,
Me derritió el alma.
Yo maldito fui entre los necios
como un pergamino que se abre para ser leído
Se habrio mi alma
a su honda mirada
Y en su cuerpo fértil de Diosa
hizo nido ni bestial deseo
su talle heredera del Nilo,
Su boca oblicua,
su mirada, elocuente;
al sonreír adormecíame
como fiera a su presa,
su lengua
tenia el matiz de los jugos
exprimidos de los higos
y sus labios el icono de flores en boton.
deudor soy
no me alcanzan los verbos
en el poema.
No me culpen si la amo aun
si en pedestal del tiempo
la endioso esbelta.
Este verso, no es una queja
los que me tildaran de ingenuo
es que no han amado todavia.
No hablaba mucho pero su voz escueta
me llevaba ensoñado a la cueva de su amor,
sus brazos mastiles de los barcos en vela
en la alta mar que doman las olas.
Mi azul necedad ministraba mi hombría
su andar recondito,
sus movimientos armónicos
dulce de pasión yo humano
caí domado ante su carne.
Yo no intuí mi condena
Pero paso como rayo que cae al suelo
tormenta que se levanta
ruge, truena,
me queda tu voz flecha del delirio en mi recuerdo
tus besos marchitos en el tiempo
tu saliva húmeda que yace aún en el vértice de mis labios.
Me queda como laurel,
tus gemidos
en la cueva de mis ensoñaciones;
aquellos brazos altivos
que se alzaban como los brazos de Venus
Aún se levantan en mis poemas.
Tu cara sucia de desvelo,
se roza en mis mejillas;
cuando levitó en la enramada de la noche,
aún delirio moldear la carne baja de tu ombligo
pasar mi boca para llegar al pozo miel de tus extrañas,
Morderte suave la carne del amor
que te hacía saltar tus hombros
y estirar tu nuca
como una paloma que da su último suspiro.
Me queda todo lo lindo de tus palabras en el
poema
me queda la cama cruz donde me crucificaste
donde el mástil de mi barco erguido
te lastimabas de amor
de deseo, de lujuria suverciba
hincada, te abrías como un candado
que espera ser incrustada por su llave maestra
pulpo erizo tu cuerpo se tendía
al morir sobre mi cuerpo...
ráfaga que a su paso
arrasa sin compasión.
las lilas en los jardines
me recuerdan el olor piel de tu amor...
cada vez resucito en el verbo
manantial que emerge de la piedra de mi alma
cuando cada día te escribo
resucitas, resucito en la hondonada
de la poesia
Me duele el látigo de tu silencio
Continuaré amándote
por que en este cuerpo
llevo tus besos,
por que en tu cuerpo el azul olor
del mio
no lo cambiara la edad;
el alabastro de nuestros cuerpos son el
reposo del amor en llama
firmo lo que escribo
en la vida misma con una alabanza de poesía.
Autor: Hilario Esteban Lopez©
2022