LA JARDINERA
Tu plantastes la semilla ¡oh jardinera!
abriste un surco donde el terron agrario
era de hambre construido,
bajo la zarza, mata de holocausto
arrancaste de golpe lo que no servía.
Yo, fui terco como una piedra,
pero aun las piedras tienen su belleza,
un quicio de desgaste,
que encaja en la moldura, lado a lado de la cantera, .
De castañas cascaras cubriste la desnuda tierra,
donde antes el frio hería,
sabiendo que la semilla,
en su tiempo violento cual prematura cría
apresurada desde la tierra salía.
Tus pies de extranjera, anduvo a tientas
ungiendo mi pasión desnuda,
de alabanza llenaste tu boca
donde a febril beso sonaba tu saliva ;
y me llevaste hasta tu pecho
donde dormito placida mi cabeza .
De tu mano, veía iluso caer un sari
danzando con el viento
deslizarse el cobertor de lana
desnudando tu oval ombligo, cicatriz de la vida.
bajo el kazebo antiguo
murmuraba tu boca que me quería.
¡Ah!
pero dejaste plantada la semilla
murió el grano, hincho su brote y salto a la vida.
tus piernas guerreras dejaron la huella,
ocultaste en tu alma el apodo de mi nombre
mariposa que de repentina metamorfosis
saltastes asustada, sin decir porque.
A tu voz debo el ansia que en mi pecho muere
a tu pulida piel de porcelana;
donde se viste el sol
alla es tu vergel, alla tu cimiente de primavera;
este es el fruto de mi tierra
el verso recostado a la vera;
tu no tienes la culpa
tan solo yo por amarte,
cuanto te amo, mujer jardinera.
Autor:Hilario de Jesus Esteban Lopez©
Colecciones VCC.
2017.