Yo tenia 49 y ella 36
era de tez clara, ojos verde sombra
profundos ojos como un quieto lago
su mirada dulce como un panal silvestre
roto por el pico de un pájaro
cuando la miel de sus recamaras
se diluye, despertándo los deseos
de un sorbo succionado entre los dedos.
su sonrisa tierna , sus labios delgados
el vertice de su boca
ay!! sus labios húmedos
su boca trémula
mi alma plateada , fugitiva en el tiempo
lejos como una estrella...
gemelos entre las penas
dia a dia, perseguiamos con la voz
oh mirada ,
oh voz sacrosanta que mis oidos amaban
yo mediocre seminarista,
que luchaba impiamente,
escultor, manipulardor del concreto,
la piedra,
los ladrillos,
baldosas en catedrales de ricos
pintor que entre el silencio de mis pinceles
amaba el matiz ,
la tela que era la tierra donde
plantaba mis colores....
era su voz la musica exquisita a mis oídos,
y su sonrisa, esa danza de sus labios
provocando deseos indecentes
en mi.
era excepcional.
(nos unia el trabajo,
extraordinaria compañera;
el respeto, la moral , el standard politico
relacional entre el cuerpo ejecutivo)
como un trueno que cae de repente
sobre el arbor inadvertido
el Legislativo de un poderoso pueblo
dejaba caer la ley sobre mi
iva a ser arrancado de su lado.
la unica manera de permanecer
Incólume era que fuera yo estrictamente casado
en ese pueblo.
Era aquel dia de invierno
Ella llego presurosa,
yo meditativa, No hay nada que hacer
murmuré.
se sento como una Ejecutiva sobre su escritorio,
tenia marido, hijos que en su pubertad
aun se prendían de su pintura
esbelta.
yo dueño de nada,
me miro fija,
yo de reojo
su voz segura,
me dijo
"Yo me caso con usted
no quiero que se vaya...
Y me salto el alma de repente
a sotto voce clamo el corazón
mi cuerpo de varón desperto
era yo viejo para su carne fértil,
le clave la mirada
sus ojos brillaban como dos esmeraldas
tierna como una paloma timida
sobre su nido
y sus labios como de costumbre,
deslizaronse a su diestra,
todo las pasiones pasaron como una tormenta
sobre mi pecho,
hirvió mi hombría
se entumecieron las horas
y contemple en sus ojos
el alma de la ternura...