como un infante balbuceando su primer palabra
cae el verso de mi boca
a mi mano asustada .
marque con sus dedos
la huella de sus pies
para que mis manos a su partida
besen, donde la sombra
suele morir sin abandonar
a la que da vida.
a la que da vida.
¡Ah la miel de sus labios!
sobre el cóncavo tembloroso de mi mano,
ha caído, como el desliz de una gota
derramado del rojo vino
de una copa.
de una copa.
déje perder el lenguaje de mi boca
al fino nácar de su mentón
en la simétrica hipotenusa
que navega en su tabique
moldeado a discreción.
¡Que curvo sedoso de sus mejillas!
moldeado a discreción.
¡Que curvo sedoso de sus mejillas!
Como un puberto cohibido
atormentado por la vergüenza
hinco la mirada, excenta de cordura.
atormentado por la vergüenza
hinco la mirada, excenta de cordura.
¡Ay sus ojos que nutren lo que no ha nacido!
el rictus arrepentido,
tan leve de gracia
tan leve de gracia
tan exquisito, tan altivo
invade moribundo su comisura.
invade moribundo su comisura.
¡ay el halo de su belleza
me invade, me atormenta, me hipnotiza!
¿O sera loca pasión que flagela?
!dígame usted que hago!
Gabriela
Gabriela
cuando urge su presencia,
en esta hora indecisa.
en esta hora indecisa.
El tiempo invade, rasga, martiriza
tan súbito como un pájaro, surcara el horizonte
y menosprecio la hora que corre a prisa.
De no trenzar sus cabellos
con mis manos impías
mi alma buscará como una abeja,
buscara el polen,
el panal de su sonrisa.
el panal de su sonrisa.
Escribiré la palabra, quizá imprecisa,
un verso desleal,
el delirio de un anormal.
el delirio de un anormal.
A usted,
le rezan mis labios
como un devoto
le rezan mis labios
como un devoto
en la homilia de una misa.
Autor: Hilario de Jesus Esteban Lopez. ©
2016