Yo tengo un amigo
de piel blanca, nariz aguileña,
con vejez precoz en su piel,
pelo raso,
ojos que si bien rondan
como libélulas en el aire;
me ganó ligero la confianza,
me amancipaba la puerta de al lado
como un buen amigo,
con la rara huella de un hermano.
Su voz retraída
desgranaba palabra alagueña,
sin retraso,
no sabia que era lágrima atrofiada
en el vértice del ojo.
Un día en la mas súbita hora
abrió los portales negros de mi galpón secreto;
frunció el ceño,
desato el averno
esculpido en rojo escarlata;
exponiendo mi cuero desleal al sol,
batióme como un grano en la maya,
sentí certero el golpe de la decepción,
el acre sabor de la traición ;
fui fornico y pecador a su labio
una piedra arrojada al fango,
como un trillo, que nadie percata
como un trillo, que nadie percata
murmúro merendero, en bocas ajenas
incluso danzo a viento libre
mi lascivia feroz, por una mulata.
No hay peor veneno diluido
que aquel que pone
que aquel que pone
el pan en tu misma taza
ni mayor algarabía
de herir por la espalda
de herir por la espalda
que el que lo hace con alevosía
ocupando tu misma casa.
Arrepentido en mi ingenuo desdeño
por ser lo contrario de lo sabio
ame la dulce enseñanza, de un engaño .
ame la dulce enseñanza, de un engaño .
Yo,
Yo te perdono amigo mío
si en la traición anfibia
clavaste la espada de doble filo
sin precio acomedido
sin previo aviso,
si en tu frenética huida arrastraste pérfida
la lealtad, que en mi,
tu hombro reposaste,
tan estupora e indiferente fingida.
Edúcame a golpe, a golpe de cincel,
cúbreme de cieno,
como a un forastero
átame de manos y pies
que yo, a pecho alto, no soy esclavo;
y sí, he de enmendar mi error pordiosero;
con mi rustica y escueta mano
entre la daga y su empuñadura
de la confianza en mesura
de la confianza en mesura
con una manzana partida a la mitad
yo,
yo te espero.
Autor: Hilario de Jesus Esteban Lopez. ©
2016