Su infancia a saber desleída
maltrecha , inculta, poco convulsiva
raida su juventud, apenas;
de niñez inmerecida
sin queja absuelta,
mi madre, la de entonces, desleal a la algarabía
a grito maniatado, a rencor asesinado.
Sabe su voz humilde desprevenida,
un nido de penas, abandonado
en su decadente edad de plata;
no es eterno el beso de sus labios
hace tiempo no lo he sentido
como una campana herida
suena el recuerdo
agridulce, recondito, lleno de aspereza
porque he huido, cobarde
perseguido por la pobreza.
Con su mirada triste, voz cansada
el implacable lacero del tiempo
arrugando su piel de trigo,
casi siento dibujarla en esta humilde coma que escribo
con su paso lento, el peso de los años;
tan leal al que fue su amado,
tan firme su amor por nosotros sus hijos.
Y me enerva melancolica la palabra
me espanta y duele el súbito momento
que un dia partiré sin previo aviso
cerrando la puerta de la vida
que ni la mas temeraria queja habra,
como mi padre lo hizo.
He aqui mi voz escrita
ramo de flor despenicada en letra,
una caricia desde mi corazón
a través de mis locas falanges,
un beso sacudido del árbol de la poesía
su amor a mi alma siempre será
un ensueño de paisaje,
hoy su hijo ausente se suscribe;
madre mía, la única fan que aplaudiría
por este verso que hoy
se escribe.
Autor : Hilario de Jesus Esteban Lopez.©
2016