"DEFENSA"
Ante un Juez de renombrado patrimonio
le presentaron a un humilde hombre
de tez morena, pelo lacio
de tez morena, pelo lacio
con cierto aire de benevolencia en su cara.
Se le acusa,
dijo el Juez:
De hurgar con premeditada vileza,
robar un lucro discriminante,
matar con alevosía a una mujer,
de declarar cual delirante el hecho de lo consumido.
¿que tiene que decir en su defensa?
¿Quien me acusa?
dijo el sentenciado
¡La plebe!
murmuraron.
de retórica corpulencia su semblante
y sacó un harapiento paño sobre la mesa
dos labios delineados de carmin coral en aquel fino papel,
posando sus ojos que en su abismal pupila
rejuvenecieron como un niño que hábre sus manos
por primera vez al ocaso.
Dijo:
Sí, su Señoría.
Yo soy culpable de hurgar
y no me arrepiento.
en la mas desalmada carrera de mi vida,
cuando el fulgor de juventud se amontona como rescoldo
de brasa en mi cuerpo,
he hurgado afanoso en el alfabeto,
la palabra mas sublime,
como una piedra que se busca en la cantera
como una piedra que se busca en la cantera
buscarle el tono al tono
y no es por vanagloriar sino a mi manera,
y no es por vanagloriar sino a mi manera,
estrujar entre mi boca
el ripio de lo tartamudamente dicho,
el ripio de lo tartamudamente dicho,
he hurgado para felizmente enderezar mi mirada,
comprometer lo prometido a la que mi corazón clama por amada.
Siendo que el alfabeto,
Señoría
Es puro en su mas amplia jerarquía,
nosotros los humanos lo hemos profanado
como quien sino la poesía sera gemela cuando expresa
sin ataduras lo que calla el alma mia.
De robar,
Sí, he robado,
calladme si alguno de ustedes en su mas desdicha alegoría,
calladme si alguno de ustedes en su mas desdicha alegoría,
no ha robado la palabra de los que callar no deben ,
apretad mas las grietas
que en mis muñecas amordazan
que en mis muñecas amordazan
con fruncido dolor hasta mis venas,
cuando en sus oídos resuena como un mazo
la verdad en plena carrera.
he robado cenicienta el dulce carmin de unos labios,
la melodia que arpegian las miradas,
el hambre de unos ojos que en el verso
mis pecadoras rodillas adoran
mis pecadoras rodillas adoran
no tengo por remordimiento la mas minima pena.
Y continuo el acusado.
Si he de pasar la mas vergonzosa pena,
si ante el paredón se me acusare
si ante el paredón se me acusare
para morir entre sus manos y muriére,
siete veces prefiero ¡morir! por lo que amo.
Si, yo he matado.
He matado la palabra pródiga
en la boca de una doncella,
he usado como daga el beso,
en la boca de una doncella,
he usado como daga el beso,
como paño para cubrir mi crimen, mi pecado.
Ella me motivo con su perla mirada,
con su voz que mas que voz
es timbre acogedor de una lira,
es timbre acogedor de una lira,
la gota sonora del agua desde la cascada,
asi senti la melodia de su voz.
su alma que fue de alba madrugada,
me extasió como extasían las gardenias
sus perfumes entre los naranjos y su boca,
¡ay su boca!
Y guardo silencio el acusado, para proseguir.
La boca de ella
que desde las manos de dios,
fue moldeada como un rubí
que desde las manos de dios,
fue moldeada como un rubí
como un higo que desde la mata,
al mínimo toque su miel expele.
al mínimo toque su miel expele.
Y se quejo, como sintiendo en su interior morir
o arrancar desde su corazón algo mas que amor.
Yo comi de ese higo,
junté desde la raíz a la rama
su árbol de plenitud a morosa
su árbol de plenitud a morosa
chupe las semillas, que en mi boca
fue mas dulce que muchas mieles sabrosas;
y no proseguire mas,
aun sí,
debo decir que jamas he visto
cuerpo de diosa tan hermosa,
debo decir que jamas he visto
cuerpo de diosa tan hermosa,
y que su marmorea piel en mis manos se volvió una rosa.
Sí, he matado pero la palabra
en su boca.
Sí, he matado pero la palabra
en su boca.
Y no me quejo,
porque al morir llevaré por corona entre mi pecho
un rayo de luz porque vi la gloria.
perdonadme diria cualquier que en su mas terrible pena
desvaría vivir para seguir, no necesito vuestro perdón,
me infamaría.
En ultima instancia si al acusarme
repliegan como testigos el testamento de mis versos,
ellos serán mi tumba,
pero también serán el punzón
que cause a su aberrante cobardía
que cause a su aberrante cobardía
esa desazón sobre sus costillas,
por que son como esporas que vuelan por el viento.
Se que al no tener mas que decir y decir mucho,
y cuando no queda mas recurso en nosotros los pobres,
solo nos queda la palabra
y mas que nunca me convence
que todo argumento en mi contra, es malévolo,
quedaran expuestos como una ostra a la orilla del rio
después de una fuerte tormenta,
soy todo suyo acusadme,
esta es mi defensa me declaro:
¡culpable!
¡culpable!
Autor: Hilario de Jesus esteban Lopez©
2018
No hay comentarios.:
Publicar un comentario